Como si ya no fuera suficiente. No sé qué imagen tiene de mí. Que le robo una bombacha cuando ella no estaba. Para qué. Se imaginará que me la pongo y juego a ser María con un plumerito en la mano y que lustro los muebles, mientras ella camina pela Bahía. No me puedo hacer cargo de sus fantasías. O quizá crea que soy un perverso polimorfo que usa su bombacha para satisfacer su pulsión fetichista. Sería un milagro y es la hipótesis menos acertada. De todos modos, si llego a encontrar la bombacha por ahí, voy a hacerla desaparecer de verdad; para que el mito crezca y se convierta en real. Uno debe dejar que el otro lo construya y apoyar esa construcción o suministrarle alimento. Para que el Otro tenga un margen de libertad y una posibilidad de invención. Si aparece esa bombacha que, ella cree, yo le robé, la voy a tirar por el morro. Ustedes, blogolectores, serán los únicos que sabrán el destino final de la bombacha. No se lo digan. Que deje volar su invención y haga de mi imagen lo que le plazca.
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