lunes, 13 de octubre de 2008

CONGRESO PUC

I: Sandra

Dice todo lo que quiero decir
pero genialmente

y me obliga
a desviar toda la tesis.

II: Mesa

Simulan escucharse.
Con las manos apoyadas.
En los cachetes.
Y creen mirarse.
O entenderse.
Mientras piensan:
"En cuanto salga el sol.
Me voy a la playa".

III

Y mi tía se quedó en cama.
Soñolienta.
(El aire acondicionado está fuerte.
Y habla Renato sobre Cine y literatura.)
Que por ahí se levanta.
Un ratito y después quiere acostarse.
(Si la literatura pudiera curar algo.
Hacer algo.
Si yo, en vez de acá... Son las dos de la tarde.
Falta para que terminen)
Pero no,
acá,
mientras las voces
(Y ya se cansó de todo.
De no poder caminar,
ni llegar sola al campo
donde las vacas en el verde)
Y me taladran esas voces
la cabeza
aunque me dejo,
para vaciármela
del saludo final
que no...

IV

Cuando vuelva (si puedo, porque sin documentos ni a la esquina)
Entonces,
voy a tirar todas las conferencias
por la ventanita del avión
para que sirvan
por lo menos
a la gente:
"así cree de nuevo
en la palabra revelada".
Va a ser la única forma de que las lean.

V

Van a pasar una película.
Que termine de una vez.
Y se calle.
No hay ninguna ciudad que soporte
(ni ningún soporte -sonoro o audiovisual)
tanta palabra
repetitiva
repetitiva.

VI

El señor dice
que el instante es instantáneo
(pienso en el café amargo.
Sin una gota de azúcar)

VII

Según Vera:
la poesía:
"un juego de lenguaje"
Me río
sarcástico (tal vez, cínico)
adentro.

VIII

Me enojo.
Me revolcaría en la silla
y los bajaría de las orejas
(o a las patadas: lo confieso)
a los panelistas.

Que se callen.

No quiero más sus palabras

Ni esas ideas con clisés
para nada, ¿para nada?

Y rompen
los tímpanos y la piel
y la boca
en miríadas de insultos
(por lo bajo).

¿Terminaré en el piso,
a las piñas,
rompiendo papelitos
y saltando
y riéndome,
sí, Loco
LOCO
y desubicado, tanto,
como para que me odien?

Que se haga el show.

IX

Sería interesante.
El argentino del intercambio.
Maluco, maluco, maluco.
Con la boca en espumas.
En pleno Congreso.
Y a mordiscones.
La Ludmer lo miraba
y se reía
(sorprendida y por lo bajo, la duquesa)
y cortados
la pobre Vera y su poesía
el Robert y su peliculín
y la otra con el Lobo.

Hasta arrancarles la lengua
(Ludmer regocijada en la violencia)
porque dios quiere:
"que se haga el silencio".

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