viernes, 31 de octubre de 2008

PARANOIA I: DOLOR DE CABEZA

Acabo de tener un ataque de apocalipsis. No sé qué es. Calculo que son mis tiroides que me dan un bajón de hormonas y la melancolía me agarra con puntadas y vacíos. Muerto. Desde que volví del Pao de Azúcar, estoy tirado en la cama. Intentando cerrar los ojos, en vano, para quedarme dormido. Y pienso en el trabajo de cucurto que tengo que hacer y todavía no terminé. Y la presión se lleva todo el relax que había conseguido. Una tensión en la frente, en el cerebro, como si se contrajera y y estuviera a punto de terminar aplastado por tanta pesadez. Y las cervicales duras y el dolor en las piernas y en el pecho y el Dolor, eso, sí, soy Dolor, nada más. Y entonces, siento que el pulso se acelera y se desacelera y un pinchazo en la cabeza que crece y crece hasta asfixiarme, hasta darme ganas de tirarme por el morro y dejar de joder con esta pelotudez de la crítica que me da de comer; pero que mata a la literatura. Y no puedo. Y el corazón en una suerte de electricidad. ¿Y si es presión y me da un pico y queda hemiplégico? Eso debe ser por la cantidad de pelotudeces que estoy comiendo. Me levanto. La sensación de apocalipsis cada vez más profunda. Algo se termina o es la muerte que me pasa en el cuerpo; no sé. Me pongo las zapatillas y llega Mariana. le digo como siento y que me voy a medir la presión. Me acompaña. En la drogaria me ponen un tensiómetro digital. Y siento que el corazón se acelera más y yo cada vez más loco y con más dolor de cabeza. 7,5 - 13, me dice el tipo. Está bien. Me tranquilizo y salgo. Si no me tiro por la bahía es porque tengo que terminar el trabajo de mierda sobre Cucurto y no tengo tiempo que perder.

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