Volvió el agua a las tres de la mañana. El olor en el departamento era el de un basural a cielo abierto, así que el Niño Campeche tocó el botón y dejó que los olores se tragasen por el inodoro. Era imposible entrar al baño. Pero lo hizo. Y la noche quedó clara, en un segundo y con el olor del agua, mientras se lavaba los dientes para que estén pulidos y listos para una nueva batalla.
Saber
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Nunca pensé
que pudiera ser yo
la que quisiera irse.
La sabana tirante,
la pared azul,
seis escalones
ridículos
hasta el baño.
Hace 3 años
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