viernes, 7 de noviembre de 2008

El regalito de Nidia

Vuelvo de clases. Abro la puerta y un olor rancio me tumba. Corro las ventanas de par en par. Un alivio. Me voy al baño. Desde Botafogo que no aguanto y me hago. Me duele la panza. No doy más. Y corro. Levanto la tapa y me tumba el olor hacia atrás. Flotantes trozos de mierda en el fondo del vaso. Esta mañana yo no fui. Nidia. ¿Pero cómo no va a tirar la cadena? Contengo la arcada y aprieto, ciego, el botón de la cadena. Ni una gota de agua. Me desespero. El dolor sigue adentro y con los nervios aumentados. Pero no me siento ni en pedo. Un asco el olor y eso. Giro todas las canillas. Ni una sola gota. Esto es la pesadilla. No lo puedo creer. Pero es. Y corro por el departamento, frotando, contriñendo el abdomen. Se alivia. En la pieza, un papelito. Dice, textualmente:
"Cristian, peco disculpas. Usei o vaso, quando fui dar descarga está sem agua.
Por favor, disculpas.
Nidia."
Entonces, del dolor paso a la carcajada. No aguanto la risa y me la imagino a la pobre Nidia desesperada por un poco de agua para que no quede eso que quedó. Pobre. Pero igual, me cagó la noche. Ahora, mientras escribo, el olor del baño inunda el departamento. Todo Rio está sin agua porque están desinfectando las piletas, según me comenta Marina, la mae da Silvia, por telefono, cuando la llamo desesperado porque miren si se rompió algo o cortaron el agua y tengo que permanecer hasta el jueves con el regalito de Nidia. Me muero. Pero no. Mañana, aparentemente, vuelve el agua. Pero de todos modos, el baño queda clausurado. No se puede entrar. Me río en la noche de fragancias ácidas, mientras espero que el agua corra aunque sea por milagro, para dormir tranquilo.
PD: Corroboro dos cosas: 1-Nidia es de buen comer. 2- No hay palabras en estas situaciones que puedan agregar algo más que la obviedad.

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