jueves, 13 de noviembre de 2008

ENCUENTRO EN EL AIRE

Segunda vez que el Niño se cruza con más Campeches en un aeropuerto; sólo que ahora, las coincidencias son atroces. A su lado, ahí a la izquierda, se sientan los otros. La primera vez; seguro que ustedes lo recuerdan, se encontró con un par de profesores en el aeropuerto de Rio, cargados de bolsos, cuando se despidió de Fabián. Lo saludaron y, a los pocos días, una de las hermanas de esa profesora, le escribió una carta que colgó en el blog. Para saber qué hacía el chico Molina en Río, porque, pobrecito, vio? Estudia esa carrerucha que no sirve para nada y yo le había dicho que hiciera otra cosa; pero no. Y con las posibilidades que tenía; si hasta le pagaban toda la carrera. Ahora debe andar probando suerte por ahí, sobreviviendo y se debe haber arrepentido. El Niño, siniestro, se ríe de la operación pueblerina para dar nacimiento al chisme. Y entonces, responde con todas las letras. Y se hace el importante, se pone en la posición de una Ludmer y les agradece por haberles hecho elegir la carrera que eligió, cínicamente. Y ahora, estos dos. Caza al vuelo, mejor dicho, en el vuelo, que son de Leones. Y que son gringos, tan empobrecidos, tanto, tanto, que ahora tienen que hacer un viaje menos a Brasil por año. Por esa política desastroza y populista con la cual le pagan la beca a él y mantienen a toda esa manga de vagos. Y encima les baja cada vez más la soja. No sabe qué van a hacer con sus ahorros que descienden y descienden. Por dios. Bueno, pero tienen que aprovechar para comprar en el Free shop. Y más porque los precios, ustedes saben, están en dólares. Y salen desesperados, con los oídos descomprimidos, por el aeropuerto de Porto Alegre a desbaratar débitos. Y son tan felices, como él en Uruguayana, el otro día. Sólo que ellos, por gastar en dólares y volver sin nada de cambio y con perfumes y ojotas de marca originales. Y entonces, vuelve a hacerse el importante. Él, el Niño Campeche, mientras le dicen que leyeron su nota en El informante, donde atacaba a los gringos por el conflicto con el Gobierno. Y se ríe, tan perversamente, de hacerles notar que ellos, con su poder y su pragmatismo antiartístico, no van a impedir que les diga en la geta todo su resentimiento de clase y todo el rencor por ser relegado a la posición oprimida, ni tampoco, va a dejar de hacerles notar que no puede comprar en dólares en un free shop; pero que está ahí, con ellos, en el mismo avión y gracias a su dinero que se reduce para hacer posible una redistribución que no toleran.

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