lunes, 15 de septiembre de 2008

CANTAME UNA DE CHICO Y SOY FELIZ

Se podría decir que es mi debut. La primera vez que estoy en Rio, no. Que voy a una especie de recital-concierto de música. Nada más alejado de la vida de niño Campeche. Por supuesto, usted no lo comprende; ocurre que siempre hay otras prioridades, la comida por ejemplo, en la vida de un niño campeche, antes que la entrada a un concierto. Pero Silvia es mágica y transforma al niño campeche y lo lleva, casi de las pestañas. También le paga las entradas o le consigue unas. Y entra. La sala es grande; un restaurante con mesas enumeradas en un sótano: RIVAL, un lugar de la resistencia cultural que funciona desde hace cien años. Y la mae chi Siuvia nos divierte; una gran sonrisa. La alegría carioca. Luiza Pozzi en concierto. La graban para la radio. Pienso que mis aplausos, mañana, estarán sonando en todo Rio. El niño campeche dejará el sonido de sus manos en la ciudad y la ciudad se volverá un corral y él volverá a su ambiente. Lo que dure su aplauso. El arte del niño campeche es eso. Un aplauso que se expande en un solo segundo, infinitamente, pero tan intenso que, en un simple tecleo, vuelve corral y campo sus alrededores. Mañana, los cariocas van a ordeñar vacas, descargar fardos, desyuyar soja, sentirán los golpes alcohólicos de sus padres, la mirada miserabilista de su madre y querrán escapar de Rio, hacerla añicos. Serán el niño Campeche. Lo que dure un aplauso. Y entonces, Luiza, con su vestidito pop rojo y con flecos dorados y ramitas y flores del mismo color, nombra el nHombre: Chico buarque. Y explotan los acordes brasileros mezclados a una especie de tango. La voz se vuelve penetrante. El oído en sintonía. Luiza canta, tomada al micrófono, posesionada a él, en una pose sensual. Fabián vibra en la oscuridad y protesta porque no pudo traer la cámara: no tenía baterías. Y yo no puedo pinchar una aceituna porque vuelvo a quebrar el tenedor de plástico. Rio me gana otra vez, como siempre. El tenedor se suma a la pila de tenedores y cuchillos rotos que se amontonan desde que llegué. Yo cada vez más pelotudo. Pero soy feliz, por Chico, con Chico y Luiza. Silvia, su madre, el amigo de su madre, su irmao, Mariana y Fabián. No puedo hablar. Tan sólo unos aplausos, para que vuelvan corral a Rio y lo transformen. Lo poco que puede dar el niño campeche. Un producto de su cuerpo o su fuerza de trabajo. Nada más. Y ahora termina, después de cantar Gloria; es cierto, a pesar del tema, no está Giordano, ni Tinelli, para la parodia, sino Fabián, que se levanta y escribe un papelito a unas señoras y les pide, en castellano (ni obrigado quiere decir -yo estoy casi igual-), les ruega que le envíen las fotos de súper Luiza roja y sus brillos al email que les escribió en la servilletita. Las mujeres se ríen y dicen que sí. El niño campeche no sabe qué entendieron; pero no importa. Estuvo ahí y le cantaron una de Chico Buarque. Y mañana sus aplausos estarán en Rio. Es feliz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Luiza Possi canta muy bien,y...NO VIBRO, ok? jaja. Como no llevé cámara le pedi a unas señoras que me las manden por email...ya las van a ver.