lunes, 8 de septiembre de 2008

NUBE

Me pasan cosas. No me puedo quedar quieto. Mariana me dice que en un viaje uno no llega cuando baja del avión; que uno tarda en llegar a un lugar. Porque me cuesta adaptarme. Instalarme de una vez. No es así como si nada. Y me pasan cosas. Camino por la Avenida Portugal da Urca, al costado de la Bahía y me traga una nube, densa, negra y que descarga su llovizna en la ropa. Me engulle a mí y a la Bahía y a URCA y a todo Rio, a raz del mar y llueve. Toda la noche llovió y cuando lo hacía más fuerte me desperté. Ya era de día. Y me di cuenta de que acá sale el sol a las cuatro de la mañana y me quise morir. Yo pensé que mínimo, eran las seis. Y no. Eran las cuatro. Y había sol. El mismo que se había escondido a las cinco y media de la tarde, ahora volvía a las cuatro. ¿Será que la tierra gira más rápido acá? ¿Cómo me voy acostumbrar a irme a dormir a las nueve y no a las dos o tres de la mañana? Imposible. Y sigo por la Bahía. Paso por el Instituto de Física que están reacondicionando. Lleno de tubos y travesaños. Y me acuerdo que mi tía está mal. Y la lluvia se pega más a la cara y al cuerpo, debajo del paraguas que Mariana me prestó. A pesar del paraguas. No sé cómo voy a cruzar la calle. Los autos no paran. No hay semáforo. Pero falta para llegar a la Praia chi Botafogu. Tengo que encontrar y reservar el Hosteu pra Fabián. Verlo primero. Si está bueno. Y mi tía que está mal, sin poder levantarse, en un día de llovizna. No tengo más ganas de nada. Y adelante, volvió Gota d'agua, una de las dos obras de teatro de Chico Buarqui. Pienso que tengo que ir a verla. Por la cara afligida y de dolor de la mina. Mi tía con esa cara en una pieza descascarada y húmeda de Leones y yo acá. Espero encontrar el Hosteu. Tengo que seguir por Avda. Pasteur até a Rua do Passagein. Si es que puedo cruzar la calle. Se corta el chorro de autos y paso. La obra de chico Buarque es esencial para mi investigación. He avanzado bastante en la pesquisa de bibliografía de la biblioteca de la PUC. Me quedé toda la noche a rastrear y a hacer la lista. Y a escribir.La Prasa da Botafogu, Voluntarios da patria, Sao Clemente, Rua do Passagein. Sigo. Es linda la zona. Deja de llover. Mi tía se debe haber levantado de la cama. Toma el té con galletitas. Eructa y pierde la mirada en la tele. Se mira las piernas postradas y siente ganas de tirarse a la cama. Se le van las fuerzas. Hasta que alguien la saluda y vuelve a la realidad. Sale de la angustia. O no, se olvida por un rato. Ya caminé tanto que me debo haber perdido. Saco el mapa. Me pasé. Vuelvo y entro en el callejón. El barrio me muestra a toda nube su inseguridad. Parece como si la vida se cotizara a centavos en esa parte de Botafogu. Atrás, en el morro, parecen asomarse algunas favelas. Entro en el callejón. Encuentro el Hosteu y regreso. Horrorizado. Un bar y una construcción laberíntica. Un bar con todo tipo de botellas y las paredes descascaradas. No voy a regalar 100 reales o 200 pesos por noche a eso. Ni loco. Voy a la Praia chi Botafogu. Sé que Fabián va a llegar y me va decir: ¿Vos te creés que yo voy a meterme ahí? Y tiene razón. Ni yo lo haría. Menos después de que estuvimos en Tucumán y nos atacaron las pulgas. Por tacaños. Acá no nos puede pasar lo mismo. Escribí toda la noche mi libro de cuentos PUTOS DE CAMPO y el blog. Del blog apenas unas líneas. El otro proyecto es más ambicioso. Me demanda tiempo. Y no puedo ver a mi tía. Estar con ella. Decirle y acompañarla en este trance a la desaparición, que también es la mía y la de Leones. Porque cuando no esté, Leones no tendrá sentido o tendrá uno menos y no quiero hablar de esto... La rua da Vila. Veo los carteles; hay tres hosteles seguidos. Mejores que el otro; pero no tanto. Al menos, la zona está buena. La praia en frente. Me meto en los tres. Eu vou ver. Toco timbre. Una carioca um poquinio estrania. Le digo no sé para qué carajo que eu sou aryenchino. Me muestra las habitasoes. No están mal ni bien. Salgo. Voy al otro. Igual; aunque las habitasoes no me gustan. Para nada. Huyo desconcertado de mi economía devaluada. Corro por la Praia chi Botafogu. Como si lo hiciera con mi tía, abrazándola como la nube a la Bahía. Sé que esta noche voy a escribir esto y retengo, esa sensación, en la cabeza. Lo voy a escribir. Y después voy a leer a Piglia (y aburrirme) y a Siuviano Santiago. Mi tía dormirá. Los hosteles van a esperar a que los reserve. Fabián me va a escribir al messenger. Chateamos. Como. Salgo de la nube en la que me metió Rio. Y termino de escribir. Me pasan cosas.

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