viernes, 19 de septiembre de 2008

EL VIEJO JARDÍN BOTÁNICO

Por el cumpleaños de Mariana y por Fabián, me levanté a las siete de la mañana. Por suerte. El día es sol y más sol y a las 13 tengo que ir a la PUC (con Mariana ya estamos cansados de esto de ir a seminarios en días sólo aptos para la praia; pero vamos). De todos modos, ahora, con Fabián, entramos al Viejo Jardim Botánico. Nos enteramos de que está al pie del Cristo (Corcovado) y de que por él sale un camino hasta el Señor Cemento (?) de Brazos abiertos. Pensamos que podríamos subir por ahí, ¿pero nos vamos a animar? No importa eso ahora, veremos más adelante. Ahora son los olores y la selva, auténtica, de las Tijucas, la Floresta de las Tijucas. No es como el prolijito jardim botánico anterior, de súper stars y demás; es otro, más descuidado y, por lo tanto, más propicio para que la fauna haga la suya. Murciélagos y grutas, con guano y el olor a guano que me recuerda el olor de los versos de Trilce. Y la madera mojada por la lluvia y las flores y los lagos, con peces enormes y brillantes y los macacos de salto en salto entre las lianas, enormes lianas que se enredan a los árboles y al aire de las hojas. Es más descuidado, pero los olores juegan en los ojos verdes, en el tacto, en los pies, cansados del segundo día de sol y de excursiones. Pero no importa. Es la selva; no la de Quiroga; pero una similar, intuyo, y sé que yo, como él, no pararía de escribirla si viviera un poco más acá, si tuviera un rancho entre la Floresta de olores y animales mariposas murciélados peces pajaritos y cantos estridentes y mezclados que coagulan la humedad en la sangre. Pienso que Laura, con sólo haber venido hasta acá, habrá comprendido mejor que nadie a Quiroga y que le alcanzaría un año de vida entre la selva para escribir una tesis entera. El goteo del agua. El sol en flecos por los troncos de hojas, cubiertos. Y todo gratis, auténticamente para todos, hasta para los habitantes de la favela, aunque no haya favelas en el Jardim botánico; pero, por eso, auténtica; no es un domo de seguridad y prolijos aires de artificio que no deja entrar a la gente o que restringe el acceso; es la selva, floresta de Tijuca y el morro del Concorvado y la posibilidad de que Rio sea real; verdaderamente real.

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