lunes, 1 de septiembre de 2008

ESCRITURA

III. 01 de Septiembre del 2008
Por ahora, escribo. O eso creo. El avión está del otro lado de los vidrios, con la puerta abierta y una escalera por la que, imagino, voy a subir. No hay nadie acá. Aunque recién creí ver a la chica irónica. Sí; acababa de pasar por migraciones y la aduana y una figura de niña, agachada y tierna, se cruzó del otro lado del mostrador. Me alegré. No iba a estar solo en el viaje; pero no. Fue pura ilusión del deseo; un fantasma que se disipó entre las baldosas.
El miedo se hace pequeño y casi nada es lo que creí que era. La tortura burocrática y papelera siempre me tensiona al extremo, hasta el borde en el cual se cae en el delirio. Odio hacer papeles, trámites y cada día más y más tengo que hacer. Perdón por esta sintaxis cortada, bloggo-lector (me siento Baudelaire); pero mientras veo las linitas blancas que dan en el comienzo de las escaleras, pienso en la sensación, ficticia aún, del vuelo; la respiración ahogada, la palabra quebrada. Tal vez sea el primer síntoma de que algo o alguien comienza a ser en mí y desplaza al niño proletario-campeche, lo hace a un lado y surge el otro, el que todavía no puedo definir y al que sólo los días van a dar su nombre. Ojalá, me devuelva al árbol genealógico y me llame Juan. Ojalá estuviera Fabián acá; la desintegración sería menor o imposible. Seguiría siendo yo.

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