domingo, 28 de septiembre de 2008

DINNER FREE EN EL ALPHA HOSTEL

Es la última noche de Fabián acá. Hace cinco días que pienso cómo será esto; me malhumoro, me pongo nervioso. Es hoy y la fauna del Alpha hostel hace una dinner free, um lanche de graca o una cena gratis. El niño rulos corta las papas, las salchichas y los churrascos y los mete en una parrillita con tapa. El niño rulos, nos damos cuenta con Fabián, es una geisha de la noche, porque trae a su mariposa rosa a comer con la fauna alpha (Ahí la ven en la foto). Se tocan las manos, se abrazan. Y vino una morocha impresionante, de esas negras cucurteñas; pero en versión brasuca, que habla en todos los idiomas y no deja un segundo de usar el doble sentido sexual, tan gostoso para el Niño campeche. En un momento la nueva yanquee -antes había otra que era insoportable; con sus pantalones mugrientos, no esperaba ni tres segundos para tirarse sobre la notebook y revisar, sin permiso, sus emails (el Niño campeche contenía la bronca y no decía nada, por su condición de clase oprimida; pero la odiaba hasta el odio que genera la energía suficiente como para que su avión se cayera sobre Cuba y terminase rotas en mil pedazos sobre la isla el día de su partida-; pero la nueva yanquee tiene más onda y se hizo amiga de un tipo Frodo y de un Harry Potter de tonada inglesa -sé que Harry le encantaría a Caro; si estuviera acá, lo deboraría (intuyo que a Estefy también)-, y ahora la nueva yanquee grita que es torta y que quiere salir con la negra. La morochinha le dice que si sólo quiere salir o algo más... y la yanquee, con su tortez al descubierto, se sonroja y dice que por el momento sólo salir. Las parejas heterosexuales miran recelosas al grupo gay que quiere convertirlas en seres raros y extraños, en minorías, para conquistar el mundo de enfermos pervertidos con desvíos morales y corporales. Pero como sólo hablan alemán, los heteros se quedan sentaditos con la Corqui -una de las del Hostel que no entiende más que alemán y portugués en señas y que cada vez que le preguntás algo, se queda mirando fijo y sólo lanza sonrisitas, por eso la bauticé Corqui (con mi respeto y amor por Corqui) y ahí está en la foto; es obvio cuál es, no??-. Y desde allí los heteros nos miran, asombrados y compungidos, esperando el momento en que un demente como Hittler decrete la posibilidad de meternos en una cámara de gas. Que lo intenten; se van a quedar sin fanatasías y sin homofobia, los dos motores que controlan el mundo. Y ahora, degustamos las salchichas que el niño rulos hizo con su mariposa rosa y los churrascos sabrosos y las papas con leche condensada. Y una cipirinha grossa que Fabián no soporta porque dice que es nafta. Yo me tomo tres vasos, de una. Y sigue la última noche, que no quiero que termine. Entonces, se les ocurre jugar a un juego con unas cartas. Resulta que, según la que le toque a cada uno, se debe o no, beber. Ya van cinco vasos de caipirinha y hablo todos los idiomas. Increíblemente, las lenguas amordazadas del niño campeche se liberan de la represión y habla en inglés, en portugués y en español y no le importa nada. Y no ve nada y se terminan las cartas y la caipirinha y sale con Fabián, mareado y torcido, por la Praia de Botafogo, a los tropezones, de un lado hacia el otro y Fabián lo mira y no puede creer que esté tan borracho y se le ríe, mientras él se come la porción de torta y ahora cae, borracho, en la cama del hostel. Es la última noche de Fabián en Rio. Y es la mejor manera de soportarlo. Borracho en una cama oscura.

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