viernes, 5 de septiembre de 2008

¿QUIÉN NO COME POR MÍ ESTA NOCHE?

Estoy contento. Venís. Por suerte no te dejan imposibilitado las burocracias internacionales. No la estoy pasando mal; pero extraño mi mundo, sin el cual me desarmo y no sé en qué voy a terminar transformado. Cuando me avisaste que venías, se me cayó la tensión de la espalda, al piso o quedó pegada en el asiento, mientras el onibus-Metro difundía una música clásica incomprensible e innominada para mi ignorancia y me dormí para que el sueño se hiciera real. La angustia es menor; pero igual, no sé si me vas a encontrar tal y como era cuando estaba allá: estos cinco días despertaron la percepción de una culpa que me volvió Otro.
Y que crece y pincha y angustia: ¿Por qué yo tengo que estar en Rio, mientras un montón de gente no puede salir, a veces, ni siquiera de su barrio y no porque no quiera? O, también, yo estoy en Rio y mis amigos de Leones, por ejemplo, no; aunque les encantaría hacer algo parecido; pero no pueden ni podrán puesto que sus condiciones de marginados no se lo permiten. No es la primera vez que esta culpa-duda se me presenta; pero la dimensión de esta experiencia de un Rio que me experimenta es tan monumental que la potenció y me aguijonea, ante cada favela o cada chico que me quiere vender algo en el colectivo. Y me obliga a cambiar mi frivolidad habitual, mi automatismo de desinterés burgués ante estos razonamientos. Podría, como siempre lo he hecho, responder Y bueno, qué puedo hacer yo; de qué otro modo voy a vivir si lo único que hago es escribir. Pero no puedo y, monótonamente, pienso que este dinero, en nuestro mundo de carencias, y sólo en él, podría ser usado para otras cosas. ¿Quién no come por mí esta noche, o quién puede hacer una cosa menos por mi culpa? ¿Y yo, me tengo que quedar imparcial e indiferente ante eso? ¿Y los demás intelectuales y artistas?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Culpa nooo, triste sí. Realmente es triste sentir que los "queridos" pueden que nunca experimenten lo que uno viva. A veces pienso, que bueno sería, si uno pudiese trasmitir, scanear, y pasarlo como un email, a la vista, al cerebro del otro; pero las vivencias son así... solo de uno.
Que buena es la tecnología para no sentirse alejado.
Ojo majado!